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ROLDÁN. Dos matrimonios dejaron atrás al virus y cuentan cómo lo vivieron

Fuente: La Capital –

«Me parecía algo irreal y muchas veces sentí ganas de salir corriendo. Por suerte lo superamos», dijo una de las contagiadas en un viaje al sur del país

 

 

Dos matrimonios amigos viajaron al sur para conocer Ushuaia y El Calafate, en un viaje de turismo organizado por el centro de jubilados de Roldán, convivieron con extranjeros y volvieron contagiados de Covid-19. No pueden precisar cuándo ni dónde fue que se contagiaron. El tramo de ida lo hicieron en avión. Allá se subieron a un catamarán con 120 pasajeros para pasear por el Canal de Beagle. Y regresaron en colectivo, sin poder hospedarse en el hotel que tenían reservado. Ya de regreso, en lugar de contar las vivencias a su gente debieron aislarse hasta recuperarse casi dos meses después. Ahora sí pueden contar cómo vivieron este proceso y lo hicieron en La Capital.

«Muchas veces sentí ganas de salir corriendo, me parecía que era algo irreal esta sensación de poca libertad cuando con mi marido estábamos acostumbrados a salir, a hacer los mandados y a valernos por nosotros mismos, pero luego pensaba que nos tocó a nosotros como le puede pasar a cualquiera. Por suerte lo superamos», contó Estrella Brunello, una de las mujeres contagiadas, como su marido Jorge Calipo, quien es a su vez el presidente del centro de jubilados roldanense.

Su amiga Aurora Van Kruijssen fue la primera recuperada. Poco después le dieron el alta a su marido Roberto Avila, quien no figura en los reportes provinciales como contagiado (como tampoco el otro hombre), pero para la ciudad de Roldán sí lo contaron como contagiado por el simple hecho de compartir vida y vivienda con sus esposas.

Todo comenzó normal, hasta que el 15 de marzo llegaron a El Calafate y se encontraron con todos los parque cerrados, por lo que el grupo decidió volverse. Iniciado el regreso en colectivo, como estaba programado, pensaban pernoctar en Puerto Madryn pero ya el hotel no los recibió. El retorno les llevó 48 horas y lo definieron como «una tortura». Apenas algunas estaciones de servicio le permitieron comprar algo para comer e ir al baño.

El 18 de marzo a la tarde, cuando les faltaban pocos kilómetros para llegar, la coordinadora les comunicó a todos que una persona con la que habían estado en contacto en El Calafate había dado positivo y que tenían que hacer la cuarentena.

Durante el viaje, avisaron a sus hijos y ellos se comunicaron con las autoridades sanitarias de Roldán. Inmediatamente se activaron los protocolos para recibirlos y asistirlos durante el tiempo que duró la cuarentena.

Pudieron transitar la enfermedad bastante bien, aunque Aurora estuvo internada en el Sanatorio Parque de Rosario donde le hicieron controles y al día siguiente volvió a su casa. A su esposo le habían hecho un primer hisopado que dio negativo pero igual tenía síntomas.

El 18 de abril decidió hacerse un análisis por su cuenta y le volvió a dar negativo. Como seguía conviviendo con su esposa que tenía dos hisopados positivos, se mantuvo aislado. Luego, volvieron a repetir dos análisis más y dieron negativos, el último hace unos 20 días.

«Ya que tenemos las defensas bajas y aún no pudimos colocarnos la vacuna de la gripe vamos a esperar para salir. Además no lo necesitamos, tenemos a nuestras hijas pendientes de nosotros y no nos falta nada», comentó Aurora en un pasaje de la charla con este diario.

Comenzó en El Calafate

Estrella, por su parte, es una conocida enfermera jubilada de Roldán; y contó que comenzó con síntomas en El Calafate y al día siguiente fue su esposo quien empezó con fiebre. «Fuimos al hospital y ahí nos dijeron que no pasaba nada, que nuestro estado podía ser por el frío. Pero en ese mismo lugar apareció un francés infectado con el que habíamos compartido el catamarán en Ushuaia, para pasear por el Canal de Beagle».

«Al llegar a nuestra casa de Roldán, entramos las valijas y no salimos más hasta tener el alta», contó Estella, quien la pasó peor pero no necesitó de internación. «A mis hijos los mirábamos de lejos cuando nos traían mercadería para alimentarnos. Ellos se ocuparon de todo. También nos emocionamos cuando vimos a nuestros nietos a varios metros de distancia. Fueron dos meses completos de distanciamiento familiar».

«Pero estuvimos contenidos y nos sentimos muy acompañados por un equipo humano increíble, nos llamaban por teléfono y seguían nuestra evolución de cerca. También tuve apoyo psicológico. Asimismo mis vecinos estuvieron presentes con sus buenos deseos y nos dieron fuerzas para pasar esta situación», confió Estella.

Lo bueno es que dejaron atrás al coronavirus y esperan volver a esa vida normal como todos los que la pelean con esta enfermedad a la que estos dos matrimonios pudieron superar.